El cielo alcanzó un mayor brillo con la asunción de María Santísima. Su cuerpo y alma subieron para compartir la eternidad al lado de su hijo Jesús. La Iglesia Católica considera este acto un dogma de fe. El Papa Pío XII en el año de 1950 lo proclama como dogma formalmente. Por esa razón, cada 15 de agosto se celebra esta festividad.
Para entender de mejor manera el significado de dogma; según el Catecismo de la Iglesia Católica (88) se entiende por dogma a:
“El Magisterio de la Iglesia ejerce plenamente la autoridad que tiene de Cristo cuando define dogmas, es decir, cuando propone, de una forma que obliga al pueblo cristiano a una adhesión irrevocable de fe, verdades contenidas en la Revelación divina o también cuando propone de manera definitiva verdades que tienen con ellas un vínculo necesario”
Pero ¿qué beneficio tiene para los Cristianos creer en este dogma? Dentro de la Iglesia Católica María se convierte en la primicia de salvación, un signo de esperanza. Ella, que fue concebida sin el pecado original, nos demuestra que la humanidad puede vencer a la muerte. Por ello, debe representar para los católicos una promesa de salvación. María nos da el ánimo de perseverar y es un ejemplo de cómo confiar nuestra vida plenamente en Dios.
Asimismo por medio de este dogma se puede creer con el en cada una de las advocaciones de María Santísima (Virgen Inmaculada, Virgen de Guadalupe, Virgen del Carmen, entre otras), que a través de cada una de ellas se puede pedir la intercesión por el alma de todos los cristianos. Y de esta forma no solo se vuelve en nuestra guía hacia Dios también en nuestra Madre.